domingo, 12 de agosto de 2012

BERNARDO O'HIGGINS RIQUELME, REPUBLICANO Y HUMANISTA

“Eres, O’Higgins, reloj invariable Con una sola hora en tu cándida esfera: La hora de Chile, el único minuto Que permanece en el horario rojo De la dignidad combatiente.” Pablo Neruda Del estudio minucioso de la vida pública y privada de Bernardo O’Higgins Riquelme, tanto en Chile, como en Europa e inclusive durante su permanencia en el exilio, podemos apreciar sus acrisoladas virtudes cívicas y humanistas, que lo llevaron a poner por sobre sus intereses particulares e integridad física los intereses de la patria. Su abnegación cívica la había manifestado ya en 1812, al escribir: “Mil vidas que tuviera me fueran pocas para sacrificarlas por la libertad e independencia de nuestro suelo…” Un claro ejemplo de patriotismo, lealtad y consecuencias con sus principios lo constituyó su abdicación. Renunció al mando de la nación en momentos que gozaba de plenos poderes políticos. Tenía bajo su mando el ejército y aún no cumplía los 45 años de edad. Cualquier otro se habría transformado en un caudillo, como muchos lo hicieron en otros países americanos. En un acto de acrisolado patriotismo, el 28 de enero de 1823, respondiendo a la asamblea de “notables” de Santiago que le exigían la renuncia al cargo de Director Supremo expreso: “Creyendo que en las actuales circunstancias puede contribuir a que la patria adquiera su tranquilidad el que yo deje el mando supremo del estado, y habiendo acordado sobre este punto lo conveniente con el pueblo de Santiago reunido he venido a abdicar la dirección suprema de Chile y consignar su ejercicio provisorio en una junta gubernativa…” Los principios humanistas y libertarios inculcados por Francisco de Miranda calaron tan profundo en su espíritu que conseguir la libertad para su patria fue como su único norte, fue la mayor obsesión de su vida y por la cual renunció a todo. Pero no sólo la libertad de su patria le quemaba el alma. También buscaba la forma de consolidar la libertad de todos los hombres de su patria. Como miembro del Congreso Nacional de 1811, fue un ardiente defensor de la libertad para los hijos de los esclavos que nacieran en territorio chileno. Además fue el autor de la indicación sobre “vientres libres”, con el propósito de evitar los fraudes de la codicia de aquellos que pensaban vender a sus esclavas a otros países o llevarlas al extranjero. Luego, al asumir como Directos Supremo en 1817, intentó declarar la libertad incondicional de todos los esclavos, especialmente en los estudios constitucionales de 1818 y 1822. Sin embargo, la oposición aristocrática, burguesa y conservadora era de tal magnitud, que de materializar sus ideas habría puesto en peligro no sólo la estabilidad de su gobierno, sino también la independencia, recién lograda. Así y todo, la idea ya germinaba en los espíritus libertarios. Seis meses después de su abdicación, el 24 de julio de 1823, Ramón Freire promulgaba la libertad absoluta de todos los esclavos. El espíritu de igualdad lo dejó de manifiesto apenas asumió como Director Supremo en 1817. Consciente de las desfavorables consecuencias que le arrancaría su determinación -como efectivamente ocurrió con la indignada reacción de la aristocracia, que pesó durante todo su gobierno- redactó de su puño y letra y promulgó los decretos que prohibieron los escudos de armas y los títulos de nobleza, que ostentaban las principales familias del país. El 12 de noviembre de ese mismo año, un nuevo decreto señala: “El Estado no reconoce más dignidad ni da más honores que los concedidos por los gobiernos de América.” Simultáneamente creó la “Legión al Mérito de Chile” destinadas a premiar las virtudes cívicas y militares sin considerar el ancestro del agraciado. El 5 de junio de 1818, Bernardo O`Higgins dicta un decreto ordenando la disolución de los mayorazgos, resolución que significó una fuerte oposición por parte de los terratenientes, quienes presionaron en el Senado para impedir su aplicación. También atacó duramente a la Iglesia porque consideró que no podría existir verdadera igualdad, si la religión oficial practicaba crueles y humillantes diferencias en la población y persecuciones despiadadas contra quienes no acataban sus dogmas. Producto de esta posición de O`Higgins sería la apertura del Cementerio General. Esto no significa que O`Higgins no fuera creyente. Por el contrario, era un fiel observante de la fe católica, no era partidario de la injerencia de la Iglesia en los asuntos del Estado. Especial cuidado tuvo el libertador al ordenar que se redactase una Declaración de Independencia, en el sentido de evitar cualquier expresión de carácter teológico. Con respecto a la fraternidad, podemos decir que esta fue el motor que impulsó cada una de las acciones del Padre de la Patria. Más tarde, estando en el exilio, jamás se olvido de su Chile. Realizó numerosos estudios para determinar con precisión, los límites de la nueva república. El sabía que Chile no era el territorio situado entre Coquimbo y Concepción y la Cordillera de Los Andes. El 24 de octubre de 1830, desde Lima le escribía al general Joaquín Prieto lo siguiente: “Yo considero a los pehuenches, puelches y patagones por tan paisanos nuestros como los nacidos al norte del Bío Bío; y, después de la independencia de nuestra patria, ningún acontecimiento favorable podría darme mayor satisfacción que presenciar la civilización de todos los hijos de Chile en ambas bandas de la gran cordillera y su unión en una gran familia”. A O`Higgins se debe que el Presidente Manuel Bulnes ordenara la toma de posesión de las tierras magallánicas, acontecimiento ocurrido el 21 de septiembre de 1843, tan sólo horas antes que llegaran los franceses al Estrecho de Magallanes con el propósito de tomar aquellas tierras en nombre de su Monarca. EL HUMANISTA El ambiente cultural en el cual nació, creció y se formó el prócer, estaba experimentando una profunda transformación. Atrás quedaban las prácticas tradicionales del absolutismo monárquico, la escolástica y el mercantilismo comenzaban a ser reemplazados por el ideal racionalista y republicano. O’Higgins no ´podía estar ajeno a dichos cambios, y es asi com o muy temprano en su formación asimila aquella filosofía de vida denominada Ilustración. LA MÚSICA en la academia de Richmond, en Londres donde desarrolla y perfecciona sus habilidades artísticas, especialmente la música y la pintura. Allá en Londres aprendió a tocar piano, adquirió las partituras para piano de las primeras obras de Beethoven: bagatelas, danzas y sonatas; y en la víspera de su regreso adquirió un fino instrumento como regalo para su madre, pero que lamentablemente debió vender para costear sus pasajes. Una vez establecido en Chillán, animaba las veladas en su casa natal tocando un piano de propiedad familiar, el que también puso en venta a través de un aviso en “La Aurora de Chile” , en 1812 para aportar fondos a la formación del ejército de la patria. Su interés y preocupación por la música quedó de manifiesto al preocuparse personalmente por la instrucción del tambor mayor de las tropas establecidas en San Felipe de Aconcagua. Estableció un depósito de tambores en el Batallón N° 7 de Santiago, al que destinó 10 músicos. Habilitó un salón de ensayos en palacio de La Moneda. Decretó la creación de la Academia Músico-Militar dotada de 50 jóvenes y se encargaron instrumentos a Europa y Estados Unidos. Para el Ejército Libertador de Los Andes organizó dos bandas, la del Batallón N°8 dirigida por Matías Sarmiento, y la del Batallón N° 11, integrada por negros africanos y por criollos argentinos uniformados a la turca. Estas bandas fueron las encargadas de enardecer a la tropa en las batallas de Chacabuco y de Maipú. LA PINTURA |La pintura fue otra de las manifestaciones artísticas practicadas por el Libertador, cumpliendo así, fielmente, la ecuación arte y sociedad. Sus habilidades artísticas se revelan en una carta que el 28 de febrero de 1799 le escribió a su padre para contarle de los progresos alcanzados en sus estudios. En parte de ella señala: “…me sería de grande satisfacción si varias de mis pinturas, particularmente en miniatura, pudieran llegar a manos de V. E.” Dos de estas obras se conservan en el Museo del Carmen, aledaño al templo Votivo de Maipú, se trata del retrato de su hermana Rosa y un autorretrato pintados sobre marfil. Su refinado gusto por el arte pictórico le llevó a proteger al retratista peruano José Gil de Castro, a quien más tarde otorgaría la Legión de al Mérito, Gil de Castro se convirtió en el retratista por excelencia de los libertadores y forjadores de la América libre.
EL TEATRO El teatro también tuvo cabida en la gran obra cultural desarrollada por don Bernardo O’Higgins Riquelme. Durante los años de la dominación española éste estaba limitado a los autos sacramentales; durante los años de la lucha por la emancipación estos son reemplazados por obras donde se difunden algunos principios acordes con la causa americana. El libertador se sintió gratamente complacido por las prácticas teatrales y con singular interés contribuyó a la construcción del Primer Coliseo techado, obra realizada por su amigo Domingo Arteaga. Aquella sala fue inaugurada el 20 de agosto. Cabían 1.500 espectadores, tenía dos palcos y una galería Se formó por aquella época la compañía más completa del país. El elenco estaba encabezado por el granadino Francisco Cáceres, galán por excelencia en los tablados de Buenos Aires, Montevideo, Lima y Santiago. Luego se incorporarían Lucía Rodríguez y el uruguayo Luis Ambrosio Morante. O’Higgins asistía a cuanto estreno teatral se realizara en el Teatro Arteaga, el palco del Gobierno siempre estaba repleto con los familiares del Director Supremo y con funcionarios de gobierno. LA EDUCACION Esta fue otra de las preocupaciones culturales y humanistas del Director Supremo, Mediante un profunda reforma educativa O’Higgins pretendía materializar los cambios sociales que anhelaba. Luego de reabrir el Instituto Nacional, introdujo en Chile, en las aulas primarias y secundarias, los nuevos principios educacionales en boga en el Viejo Mundo. Es así como se comienza a poner en práctica el sistema lancasteriano, promovido por el inglés Joseph Lancaster, consistente en aprovechar el elemento humano, entregando responsabilidades a los monitores, escogidos entre los alumnos más aventajados: de esta manera se suplía la falta de profesores y la falta de recursos para contratarlos en el extranjero. La educación pública experimenta una importante evolución. Ya no solo se limita a enseñar. A las lecciones prácticas, funcionales, se agrega ahora el sentido literario, creativo y reflexivo. Tímidamente comienza a difundirse en las aulas de los institutos la nueva doctrina filosófica que viene de la Francia napoleónica, la ideología, que es más bien una anti metafísica, un repensar sobre la moral social y la instrumentalización intelectual del hombre frente a los problemas de la convivencia. se preocupó de reabrir el Instituto Nacional, y como no había dinero para su financiamiento exigió que fuera financiado por el Seminario de la Diócesis de Santiago. De igual forma hizo reabrir la Biblioteca Nacional y mandó que las diferentes órdenes religiosas abrieran escuelas de “primeras letras”, gratuitas para todos aquellos que quieran aprender. O’Higgins sostuvo que la plena independencia de Chile no estaría consolidada si no se ponía término a “la esclavitud abecedaria” en la que se encontraba el 90% de la población chilena, haciendo alusión a las graves condiciones de analfabetismo de la época. Luego de revisar esta apretada síntesis sobre pasajes poco conocidos de la vida del Libertador podemos concluir que no se puede reducir la personalidad del Padre de la Patria a una vida de ardiente patriotismo militar o, a una vida caracterizada por una fría acción política. Bernardo O’Higgins Riquelme fue ante todo un gran humanista.-