martes, 9 de julio de 2013


 

PARRAL EN EL CORAZÓN DE NERUDA

                                                                                                           Adolfo Márquez Esparza

                                                                                                           Historiador

 

 

Esta aventura en torno a Neruda comenzó en la época de estudiante liceano, en Chillán, a mediados de los años 70. De esa etapa de la vida son los recuerdos   más lejanos que guardo en la memoria en torno al poeta.

 Fueron pasando los años,  y la figura de Neruda se fue haciendo más recurrente, por  razones estudio, de  trabajo, por las relaciones de amistades, por los ideales y  por la lucha política del momento, o por lo que fuera. El caso es que cada día me sentía más cerca Pablo Neruda. Lo conocíamos un poco más en cada tertulia,  en la clandestinidad leíamos su poesía, la comentábamos, con ella encendíamos nuestra lucha, no en vano nos correspondió vivir el peor momento de la dictadura militar, era nuestra bandera de lucha. También, más de alguna vez quisimos enamorar a la chica de los sueños con algunos de sus versos. Lo conocíamos  cada vez más y aprendíamos a quererlo, a internalizarlo, a sentirlo nuestro. En muchas oportunidades su poesía sirvió para ilustrar algunas de nuestras charlas y conferencias, con el recordado profesor y amigo, el Maestro Enrique Gajardo Velásquez. También tomamos prestados algunos de sus versos para complementar algunas notas periodísticas en diarios y revistas. En algún momento Pablo se hizo parte nuestra, compañero permanente de nuestros días y de nuestra vida.

Pasa el tiempo y por esas cosas del destino llegué a trabajar, ejerciendo la docencia en el Liceo “Federico Heise Marti” de Parral. Gozoso por tal regalo de la vida pensé que podría acercarme más a nuestro Pablo. Pero, a poco andar,  la sorpresa y la decepción se hacen enormes.

En la conversación cotidiana con los alumnos, con algunos colegas, con la gente de la calle, en fin, con muchas de las personas con las que me fui relacionando, descubrí  que a Pablo no se le conoce en Parral, como debería ser con un hijo tan ilustre; como el hombre grande que es,  como el creador de emociones, como el hombre telúrico que nos estremece con su poesía. Y si alguien manifestó conocerlo,  fue por su filiación política, por ser un comunista. Durante mucho tiempo el sistema político se encargó de decir que el comunismo es malo y de allí entonces Pablo  también es malo, es un peligro para la sociedad,  y es preciso negarlo, ignorarlo, desconocerle. ¿Alguien se ha detenido a pensar en la perversidad del capitalismo?  ¿Qué decir de la violencia y del atropello a la dignidad de los pueblos que ejerce el imperialismo? ¿Alguien se ha preocupado de mostrarnos cómo la globalización ha atentado en contra de la identidad y de la soberanía de las naciones más débiles?

Otros muchos parralinos señalaron que no les gustaba Neruda o que no le consideraban porque el poeta nunca reconoció a Parral como su lugar de origen. No faltaron aquellos que  dijeron que Pablo negó ser hijo de esta tierra generosa. Los menos entraron en filosóficas discusiones y señalaron que Neftalí Reyes Basoalto nació en Parral, pero que el poeta Pablo Neruda, nació en Temuco.

Es una lástima tanto desconocimiento.  Bien hecho estuvo el trabajo de aquellos que se encargaron de negarlo, de borrarlo. Qué gran contradicción. Cuando en otras partes del  mundo se ocupan semanas e incluso meses para recordar y celebrar su nacimiento, aquí, en la tierra-cuna de su nacimiento  pasa casi nada.

En este instante se me viene a la memoria un discurso pronunciado por el  profesor y escritor Miguel Ángel Gutiérrez, allá en la ciudad de Achiras, provincia de Córdova, Argentina, cuando saludaba a una delegación de chilenos que tuvimos la suerte de estar allí unos días, en donde muestra cuánto se conoce y se quiere en otras latitudes a nuestro Pablo. Aquel profesor decía: “… saludo a los grandes de su historia, a Bernardo de O’Higgins, a José Miguel Carrera… y saludo a los grandes de su cultura,  y no puedo dejar de recordar a esa figura extraordinaria, a ese Premio Nobel que se llamó Pablo Neruda, que motivó a la juventud de toda América con sus Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada y que hizo pensar a los adultos de todo el mundo con su Canto General…” 

Vaya que nos falta mucho como chilenos, como coterráneos de este Hombre Grande,  de este hombre nuestro, que fue  capaz de imponerse en el mundo entero con su obra y con su lucha.

En el deseo contribuir de algún modo al redescubrimiento del poeta, del hombre que hay detrás de esa gigantesca obra literaria que nos legara,  y que de algún modo las nuevas generaciones de parralinos puedan  tener un acercamiento  al hombre y a la poesía de este coterráneo que paseo el nombre de Parral por el mundo entero, es que me di a la tarea de hurgar en su poesía y otros escritos en que el nombre de Parral brota claro y potente.    

 

Contra todo lo que se diga  sobre la relación de Pablo con su Parral natal y respecto de su negativa de reconocer a esta ciudad como su tierra de origen, es el propio poeta el que se encarga  de desmentir toda esa maquinación gestada por desalmados interesados  sobre manera  en ocultar al poeta. En este grupo encontramos desde alcaldes, políticos, patrones, pasando por profesores, simples vecinos e incluso curas. Sin embargo, son numerosas las creaciones en que Pablo hace referencia a que sus orígenes y los de su familia están aquí en Parral. También está la documentación oficial, comenzando por el acta del Registro Civil , de fecha 1 de agosto de 1904; y la fe de bautismo que se encuentra registrada en  los archivos del Obispado de Linares, en la página 269 del libro 39, correspondiente a los bautizos y bajo el Nº 1.033. En este documento se puede leer:

En la parroquia de San José de Parral a veintiséis de septiembre de mil novecientos cuatro puso óleo y crisma a Ricardo Eliecer de dos meses doce días de nacido hijo legítimo de José del Carmen Reyes y de Rosa Neftalí Basoalto lo bautizó el padre San Martín fueron padrinos de agua i óleo Manuel Ijidio Basoalto i Beatriz Basoalto del que doy fe. José Manuel Ortega.

 

 También existe gran cantidad de documentos familiares que vienen a reforzar  la  idea inicial del desconocimiento que se tiene de Pablo y de los vínculos que siempre mantuvo con Parral y con sus parientes que siguieron viviendo por estas tierras.

 

En esta parte haremos una revisión y un breve comentario –cuando corresponda-  de lo que dice Pablo respecto de su Parral. Esta demás decir que aunque la permanencia del niño en su ciudad natal fue muy breve, como consecuencia de la muerte de su madre y posterior traslado junto a su padre a la naciente ciudad de Temuco.  Él siempre mantuvo presente en su memoria el recuerdo de Parral, y aunque con el paso implacable del tiempo las imágenes  que guardaba desde niño se iban borrando, se aferraba afanosamente a lo poco que iba quedando.

“De Parral no tengo recuerdos de infancia…” confiesa el poeta. La tela del recuerdo se iba deshilachando en su frágil mente de niño, pero cada hebra era un tesoro que guardó siempre muy dentro del corazón.

Debemos recordar que viajó a Parral, pocas veces, es cierto, pero viajó a su tierra natal. Cuando niño lo hizo en busca de algún recuerdo de su madre y cuando hombre grande  fue a reencontrarse con sus raíces. Fueron pocas también las veces que se le consideró. A pesar que la fama ya le acompañaba a los veinte años de edad,  en Parral casi no se le conocía, menos podría querérsele.  Por eso es que en una visita que el poeta ya de estatura universal, hace a su Parral natal en 1967,  agradece al ex alcalde  Enrique Astorga  “que me ha vuelto a nacionalizar, a parralizar”. Quizás ya no queden recuerdos de este alcalde en Parral, espigado agricultor, militante socialista, amante apasionado de  mujeres hermosas y también de la poesía.

En parte de su discurso de saludo y reconocimiento al vate, señaló: “La historia de Parral tiene doscientos años. Y el libro en blanco del homenaje esperó todo este tiempo para escribir por fin un nombre, el de Pablo Neruda. Es difícil para un hombre del llano hablar de un hombre de la cima. Pero el sentimiento no tiene estatura y aquí está el pueblo; han venido de los barrios, de las poblaciones, de los campos, los niños, nuestros huasos chilenos.” (Diario El Siglo, 3 de diciembre de 1967) 

Tal vez la primera referencia que Pablo hace a su nacimiento lejos de las tierras de Temuco es en el poema  Sensación autobiográfica, escrito allá por 1919 ó 1920 y que durante mucho, mucho tiempo estuvo guardado por ahí y que fue encontrado en las páginas de unos cuadernos regalados por el incipiente poeta a su hermana Laura. Hoy este poema forma parte del libro “Cuadernos de Temuco, 1919 – 1920”, obra póstuma editada en 1996.

El poema aludido comienza así “Hace dieciséis  años que nací en un polvoroso/ pueblo blanco y lejano que no conozco aún,” Estos versos son una expresión más de su convencimiento y de la certeza de que él no es originario de la tierra siempre verde y  con olor humedad donde ahora vive. Por alguna razón sabe que su tierra de origen es seca, polvorienta, siempre bañada por  un sol implacable. Naturalmente el bosque aún virgen que conoció el poeta y que rodeaba la pequeña aldea que era Temuco por esos años - se había fundado en 1881-  en tierras vírgenes, arrebatadas a sangre y fuego a los mapuches en la llamada “Pacificación de la Araucanía” distaba mucho de las sequedades de la zona central de Chile. Las construcciones de la época, salvo alguna casa patronal, eran en su mayoría pequeñas edificaciones de adobe, que sus propietarios, siempre carentes de recursos, pintaban con una mezcla de agua y cal, agregándole  paletas de tunas picadas, para proporcionarle algo de adherencia.

Si confiesa que se trata de un pueblo lejano que “no conozco aún”, debemos recordar que Neftalí fue llevado muy niño a Temuco para integrarse a la familia que su padre fundó allí en La Frontera con doña Trinidad. Con el correr de los años, sus frágiles recuerdos de primera infancia se van diluyendo implacablemente. Si algo se llevó de su Parral natal, pronto dejó de ser recuerdo y pasó a engrosar la fibra del olvido.    

En el poema  “Nacimiento”  Neruda se sitúa entre los muchos miles de hombres y mujeres nacidos en este suelo generoso de la patria. Dice ser uno más entre la multitud. Pero de inmediato manifiesta el sentido de pertenencia a un lugar específico. Líricamente identifica el lugar que le vio nacer, la “tierra central de Chile” e inmediatamente nos muestra también su linaje cuando nos dice que en esta tierra generosa “la uva se alimenta de la luz, y el vino nace de los pies  del pueblo”,  de su pueblo, de su gente, de sus ancestros familiares. Desde los tiempos más remotos de sus antecesores el vino viene brotando como el néctar del esfuerzo de muchas vidas en tiempos de grandes dificultades.

 

“Parral se llama el sitio

del que nació

en invierno.”

 

Lamenta que de su casa natal no quede nada que le ayude reforzar los vagos recuerdos que van quedando en la memoria. 

Fue la Grande Cordillera la que con su magnífica fuerza telúrica se encargó de convertir todo en polvo, el polvo original  que obligó a reunir todos los esfuerzos y voluntades para comenzar de nuevo.

Luego nos muestra su angustia de no tener nada. No hay memoria, no hay paisajes  ni rostros. Todo se lo llevó el tiempo.  De su madre, doña Rosa Neftalí Basoalto tampoco tiene una imagen física. Sólo sabe que existió y que descansa entre los muchos muertos de Parral, “y allí se quedó sola, sin su hijo, huraña y evasiva entre las sombras.”

Cuánta angustia, cuánto dolor hay en cada uno de los versos de este poema. Pero también entraña esa misma fuerza telúrica para gritar al mundo que él es hijo de Parral, que en este suelo están sus antepasados, está la mujer que le heredó la vida. Siguen estando los Reyes y los Basoalto.

“Y de allí soy, de aquel

Parral de tierra temblorosa,

tierra cargada de uvas

que nacieron

desde  mi madre muerta.”

 

 

En Confieso que he vivido, sus memorias (obra póstuma), publicadas en 1974, por el Círculo de Lectores de Barcelona, España, también dedica un espacio importante  para resaltar su lugar de origen. De esta forma comenzamos a acumular los testimonios que avalan nuestro esfuerzo por demostrar que el poeta máximo de las letras chilenas, y exponente superior de la literatura universal, hasta el ocaso de su vida llevó consigo a su querido Parral.

 

“Confieso que he vivido”, Seix Barral, 1984, p 12 y 13

“Mis padres llegaron de Parral, donde yo nací. Allí, en el  centro de Chile, crecen las viñas y abunda el vino. Sin que yo lo recuerde, sin saber que la miré con mis ojos, murió mi madre doña Rosa Basoalto. Yo nací el 12 de julio de 1904 y, un mes después, en agosto, agotada por la tuberculosis, mi madre ya no existía.

 

El texto que antecede es claro, preciso. Parral fue la cuna. Los tiempos eran difíciles y mucho más para el obrero que era su padre. Sumado a la muerte prematura de esa madre que nunca se repuso del parto, el panorama se complicaba mucho más para el joven José del Carmen. En algún momento el niño debía partir, cosa que no demoró mucho. La Frontera, Temuco fue la nueva tierra, pero el niño siempre tuvo las ideas muy claras. Su tierra de origen era otra y no hay que olvidarla, más cuando se sabe que allá lejos quedó la madre.

  Triste cuadro nos pinta Neruda. Tan sólo un mes vivió cerca de su madre. Imposible tener un recuerdo siquiera. Pero la sangre está presente, se quedó en el pequeño  Neftalí Ricardo Eliecer para transformarse en el torrente vivificador, así como el vino sagrado que fluye de las viñas de Parral.

El poema Primer Viaje  es como un canto de protesta en contra de su destino, de su temprana vida dolorosa                                           

                                                     

“No sé cuándo llegamos a Temuco.

Fue impreciso nacer y fue tardío

Nacer de veras, lento,

Y palpar, conocer, odiar, amar,

Todo esto tiene flor y tiene espinas.

Del pecho polvoriento de mi patria

Me llevaron sin habla

Hasta la lluvia de la Araucanía”.

 

En Fin de Mundo reafirma su origen y su rabia contra una vida implacable:

 

“Yo que llegué desde Parral

 A conocer este siglo,

Por qué me dan el mismo frío,

El mismo plato, el mismo fuego

De los amables abuelitos

O de los abuelos amargos?

………………………………

 

Desde las uvas de Parral

(donde nací sin ir más lejos),

Hasta las montañas mojadas

Con indios cargados de humo

Y fuego verde en la cintura.”

 

Pero aún hay más, allá por 1973 escribió Incitación al nixonicidio y alabanza a la revolución chilena, al momento de hacer un recuerdo del momento cumbre de su vida como poeta no dejó en el olvido esa conexión con su tierra natal. En aquella obra podemos leer:

Fue por aquellos días que un poeta

Provinciano, salido de Parral,

En Estocolmo recibió un cometa…”

 

La búsqueda no está agotada, sin lugar a dudas han de existir muchos otros versos salidos desde el corazón de Pablo Neruda manifestando su apego a la tierra que le vio nacer pero que no le vio crecer, ni tomar la estatura de poeta grande de la literatura chilena, latinoamericana y universal.-


domingo, 12 de agosto de 2012

BERNARDO O'HIGGINS RIQUELME, REPUBLICANO Y HUMANISTA

“Eres, O’Higgins, reloj invariable Con una sola hora en tu cándida esfera: La hora de Chile, el único minuto Que permanece en el horario rojo De la dignidad combatiente.” Pablo Neruda Del estudio minucioso de la vida pública y privada de Bernardo O’Higgins Riquelme, tanto en Chile, como en Europa e inclusive durante su permanencia en el exilio, podemos apreciar sus acrisoladas virtudes cívicas y humanistas, que lo llevaron a poner por sobre sus intereses particulares e integridad física los intereses de la patria. Su abnegación cívica la había manifestado ya en 1812, al escribir: “Mil vidas que tuviera me fueran pocas para sacrificarlas por la libertad e independencia de nuestro suelo…” Un claro ejemplo de patriotismo, lealtad y consecuencias con sus principios lo constituyó su abdicación. Renunció al mando de la nación en momentos que gozaba de plenos poderes políticos. Tenía bajo su mando el ejército y aún no cumplía los 45 años de edad. Cualquier otro se habría transformado en un caudillo, como muchos lo hicieron en otros países americanos. En un acto de acrisolado patriotismo, el 28 de enero de 1823, respondiendo a la asamblea de “notables” de Santiago que le exigían la renuncia al cargo de Director Supremo expreso: “Creyendo que en las actuales circunstancias puede contribuir a que la patria adquiera su tranquilidad el que yo deje el mando supremo del estado, y habiendo acordado sobre este punto lo conveniente con el pueblo de Santiago reunido he venido a abdicar la dirección suprema de Chile y consignar su ejercicio provisorio en una junta gubernativa…” Los principios humanistas y libertarios inculcados por Francisco de Miranda calaron tan profundo en su espíritu que conseguir la libertad para su patria fue como su único norte, fue la mayor obsesión de su vida y por la cual renunció a todo. Pero no sólo la libertad de su patria le quemaba el alma. También buscaba la forma de consolidar la libertad de todos los hombres de su patria. Como miembro del Congreso Nacional de 1811, fue un ardiente defensor de la libertad para los hijos de los esclavos que nacieran en territorio chileno. Además fue el autor de la indicación sobre “vientres libres”, con el propósito de evitar los fraudes de la codicia de aquellos que pensaban vender a sus esclavas a otros países o llevarlas al extranjero. Luego, al asumir como Directos Supremo en 1817, intentó declarar la libertad incondicional de todos los esclavos, especialmente en los estudios constitucionales de 1818 y 1822. Sin embargo, la oposición aristocrática, burguesa y conservadora era de tal magnitud, que de materializar sus ideas habría puesto en peligro no sólo la estabilidad de su gobierno, sino también la independencia, recién lograda. Así y todo, la idea ya germinaba en los espíritus libertarios. Seis meses después de su abdicación, el 24 de julio de 1823, Ramón Freire promulgaba la libertad absoluta de todos los esclavos. El espíritu de igualdad lo dejó de manifiesto apenas asumió como Director Supremo en 1817. Consciente de las desfavorables consecuencias que le arrancaría su determinación -como efectivamente ocurrió con la indignada reacción de la aristocracia, que pesó durante todo su gobierno- redactó de su puño y letra y promulgó los decretos que prohibieron los escudos de armas y los títulos de nobleza, que ostentaban las principales familias del país. El 12 de noviembre de ese mismo año, un nuevo decreto señala: “El Estado no reconoce más dignidad ni da más honores que los concedidos por los gobiernos de América.” Simultáneamente creó la “Legión al Mérito de Chile” destinadas a premiar las virtudes cívicas y militares sin considerar el ancestro del agraciado. El 5 de junio de 1818, Bernardo O`Higgins dicta un decreto ordenando la disolución de los mayorazgos, resolución que significó una fuerte oposición por parte de los terratenientes, quienes presionaron en el Senado para impedir su aplicación. También atacó duramente a la Iglesia porque consideró que no podría existir verdadera igualdad, si la religión oficial practicaba crueles y humillantes diferencias en la población y persecuciones despiadadas contra quienes no acataban sus dogmas. Producto de esta posición de O`Higgins sería la apertura del Cementerio General. Esto no significa que O`Higgins no fuera creyente. Por el contrario, era un fiel observante de la fe católica, no era partidario de la injerencia de la Iglesia en los asuntos del Estado. Especial cuidado tuvo el libertador al ordenar que se redactase una Declaración de Independencia, en el sentido de evitar cualquier expresión de carácter teológico. Con respecto a la fraternidad, podemos decir que esta fue el motor que impulsó cada una de las acciones del Padre de la Patria. Más tarde, estando en el exilio, jamás se olvido de su Chile. Realizó numerosos estudios para determinar con precisión, los límites de la nueva república. El sabía que Chile no era el territorio situado entre Coquimbo y Concepción y la Cordillera de Los Andes. El 24 de octubre de 1830, desde Lima le escribía al general Joaquín Prieto lo siguiente: “Yo considero a los pehuenches, puelches y patagones por tan paisanos nuestros como los nacidos al norte del Bío Bío; y, después de la independencia de nuestra patria, ningún acontecimiento favorable podría darme mayor satisfacción que presenciar la civilización de todos los hijos de Chile en ambas bandas de la gran cordillera y su unión en una gran familia”. A O`Higgins se debe que el Presidente Manuel Bulnes ordenara la toma de posesión de las tierras magallánicas, acontecimiento ocurrido el 21 de septiembre de 1843, tan sólo horas antes que llegaran los franceses al Estrecho de Magallanes con el propósito de tomar aquellas tierras en nombre de su Monarca. EL HUMANISTA El ambiente cultural en el cual nació, creció y se formó el prócer, estaba experimentando una profunda transformación. Atrás quedaban las prácticas tradicionales del absolutismo monárquico, la escolástica y el mercantilismo comenzaban a ser reemplazados por el ideal racionalista y republicano. O’Higgins no ´podía estar ajeno a dichos cambios, y es asi com o muy temprano en su formación asimila aquella filosofía de vida denominada Ilustración. LA MÚSICA en la academia de Richmond, en Londres donde desarrolla y perfecciona sus habilidades artísticas, especialmente la música y la pintura. Allá en Londres aprendió a tocar piano, adquirió las partituras para piano de las primeras obras de Beethoven: bagatelas, danzas y sonatas; y en la víspera de su regreso adquirió un fino instrumento como regalo para su madre, pero que lamentablemente debió vender para costear sus pasajes. Una vez establecido en Chillán, animaba las veladas en su casa natal tocando un piano de propiedad familiar, el que también puso en venta a través de un aviso en “La Aurora de Chile” , en 1812 para aportar fondos a la formación del ejército de la patria. Su interés y preocupación por la música quedó de manifiesto al preocuparse personalmente por la instrucción del tambor mayor de las tropas establecidas en San Felipe de Aconcagua. Estableció un depósito de tambores en el Batallón N° 7 de Santiago, al que destinó 10 músicos. Habilitó un salón de ensayos en palacio de La Moneda. Decretó la creación de la Academia Músico-Militar dotada de 50 jóvenes y se encargaron instrumentos a Europa y Estados Unidos. Para el Ejército Libertador de Los Andes organizó dos bandas, la del Batallón N°8 dirigida por Matías Sarmiento, y la del Batallón N° 11, integrada por negros africanos y por criollos argentinos uniformados a la turca. Estas bandas fueron las encargadas de enardecer a la tropa en las batallas de Chacabuco y de Maipú. LA PINTURA |La pintura fue otra de las manifestaciones artísticas practicadas por el Libertador, cumpliendo así, fielmente, la ecuación arte y sociedad. Sus habilidades artísticas se revelan en una carta que el 28 de febrero de 1799 le escribió a su padre para contarle de los progresos alcanzados en sus estudios. En parte de ella señala: “…me sería de grande satisfacción si varias de mis pinturas, particularmente en miniatura, pudieran llegar a manos de V. E.” Dos de estas obras se conservan en el Museo del Carmen, aledaño al templo Votivo de Maipú, se trata del retrato de su hermana Rosa y un autorretrato pintados sobre marfil. Su refinado gusto por el arte pictórico le llevó a proteger al retratista peruano José Gil de Castro, a quien más tarde otorgaría la Legión de al Mérito, Gil de Castro se convirtió en el retratista por excelencia de los libertadores y forjadores de la América libre.
EL TEATRO El teatro también tuvo cabida en la gran obra cultural desarrollada por don Bernardo O’Higgins Riquelme. Durante los años de la dominación española éste estaba limitado a los autos sacramentales; durante los años de la lucha por la emancipación estos son reemplazados por obras donde se difunden algunos principios acordes con la causa americana. El libertador se sintió gratamente complacido por las prácticas teatrales y con singular interés contribuyó a la construcción del Primer Coliseo techado, obra realizada por su amigo Domingo Arteaga. Aquella sala fue inaugurada el 20 de agosto. Cabían 1.500 espectadores, tenía dos palcos y una galería Se formó por aquella época la compañía más completa del país. El elenco estaba encabezado por el granadino Francisco Cáceres, galán por excelencia en los tablados de Buenos Aires, Montevideo, Lima y Santiago. Luego se incorporarían Lucía Rodríguez y el uruguayo Luis Ambrosio Morante. O’Higgins asistía a cuanto estreno teatral se realizara en el Teatro Arteaga, el palco del Gobierno siempre estaba repleto con los familiares del Director Supremo y con funcionarios de gobierno. LA EDUCACION Esta fue otra de las preocupaciones culturales y humanistas del Director Supremo, Mediante un profunda reforma educativa O’Higgins pretendía materializar los cambios sociales que anhelaba. Luego de reabrir el Instituto Nacional, introdujo en Chile, en las aulas primarias y secundarias, los nuevos principios educacionales en boga en el Viejo Mundo. Es así como se comienza a poner en práctica el sistema lancasteriano, promovido por el inglés Joseph Lancaster, consistente en aprovechar el elemento humano, entregando responsabilidades a los monitores, escogidos entre los alumnos más aventajados: de esta manera se suplía la falta de profesores y la falta de recursos para contratarlos en el extranjero. La educación pública experimenta una importante evolución. Ya no solo se limita a enseñar. A las lecciones prácticas, funcionales, se agrega ahora el sentido literario, creativo y reflexivo. Tímidamente comienza a difundirse en las aulas de los institutos la nueva doctrina filosófica que viene de la Francia napoleónica, la ideología, que es más bien una anti metafísica, un repensar sobre la moral social y la instrumentalización intelectual del hombre frente a los problemas de la convivencia. se preocupó de reabrir el Instituto Nacional, y como no había dinero para su financiamiento exigió que fuera financiado por el Seminario de la Diócesis de Santiago. De igual forma hizo reabrir la Biblioteca Nacional y mandó que las diferentes órdenes religiosas abrieran escuelas de “primeras letras”, gratuitas para todos aquellos que quieran aprender. O’Higgins sostuvo que la plena independencia de Chile no estaría consolidada si no se ponía término a “la esclavitud abecedaria” en la que se encontraba el 90% de la población chilena, haciendo alusión a las graves condiciones de analfabetismo de la época. Luego de revisar esta apretada síntesis sobre pasajes poco conocidos de la vida del Libertador podemos concluir que no se puede reducir la personalidad del Padre de la Patria a una vida de ardiente patriotismo militar o, a una vida caracterizada por una fría acción política. Bernardo O’Higgins Riquelme fue ante todo un gran humanista.-

domingo, 26 de febrero de 2012

LOS PINCHEIRA MITO Y REALIDAD



LOS HERMANOS PINCHEIRA, GUERRILLEROS O BANDOLEROS?
Mucho se ha discutido si el accionar de los hermanos Pincheira entre los años 1817 y 1832 corresponde a una guerrilla o a simples actos de bandolerismo. En Chile la mayoría de los autores se inclinan por considerarlos como simples bandoleros, otros confunden los conceptos y los califican indistintamente. En Argentina se les asigna en forma tajante el calificativo de guerrilleros, defensores acérrimos de la monarquía. Sobre la base de numerosos antecedentes históricos procuraré clarificar este asunto.
En primer lugar debemos aclarar los conceptos. Guerrilla es aplicable a aquel grupo organizado militarmente y que persigue un fin político, como sinónimo de guerrilla podemos emplear la denominación de montoneras. La RAE (Real Academia Española) define este concepto como: ”Grupo o pelotón de gente de a caballo que intervenía como fuerza irregular en las guerras civiles de algunos países suramericanos.” Bandolerismo deriva de las acciones cometidas por él o los bandidos; bandido es definido por la RAE como: “Persona que roba en los despoblados, salteador de caminos. Persona perversa, engañadora o estafadora.”
El triunfo de la revolución sudamericana en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, acción conjunta de colombianos, venezolanos, ecuatorianos, peruanos, chilenos, orientales (uruguayos) y argentinos puso fin a la dominación española en América. Aunque desaparecía el Virreinato del Perú, en el archipiélago de Chiloé aun quedaba un bastión español, pero que no significó ningún peligro para el proceso independentista.
Se supone que aquel triunfo emancipador traería consigo la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas y de las grandes masas populares sometidas por siglos a la voluntad del conquistador. Lamentablemente no fue así.
En Chile la independencia se había consolidado el 12 de febrero de 1818, con la firma del Acta de Independencia proclamada por el Libertador Bernardo O’Higgins. La conquista de la independencia política no significó ningún cambio y menos beneficio para las masas populares, estas siguieron en el estado de indefensión en que se habían mantenido durante La Colonia. La conducción política pasó de las manos de los representantes del rey a las manos de los grandes hacendados, sin alterarse las estructuras sociales que mantuvieron al bajo pueblo y al inquilino como grupos sociales muy inferiores y de nula participación política. El descontento popular se acrecentó cuando aquellos hombres que habían formado en el ejército de la patria, una vez conquistada la emancipación debieron retornar a sus hogares sin ninguna recompensa, expuesto siempre a la voluntad mezquina del patrón. Y aquellos hombres que permanecieron formando parte de la tropa también cayeron en el descontento al ver que su trabajo no era pagado oportunamente. En muchas oportunidades los soldados debieron pasar varios meses sin recibir sueldo porque el Estado no tenía los recursos o simplemente los pocos que había eran invertidos en asuntos “más importantes”.
Es en este ambiente donde Antonio Pincheira, el mayor de cuatro hermanos organiza la legendaria banda que durante 15 años mantendrá en ascuas a las autoridades chilenas y a un gran sector argentino.
Los Pincheira habían iniciado sus acciones de asaltos, saqueos y raptos de mujeres allá por 1817, luego de la derrota de las fuerzas realistas en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). Acciones que se intensificaron durante el desarrollo de los primeros años de la República y con mayor fuerza durante el período conocido como Anarquía. Etapa en la cual las autoridades no fueron capaces de resolver los graves problemas sociales que afectaban al país en formación.
La integración de campesinos cesantes y vagabundos a la banda de los Pincheira, no obedece sino a la necesidad de supervivencia que tenían estas misérrimas capas criollas. La incorporación a las mismas de soldados que desertaban del ejército nacional se debía a la falta de pago de sus sueldos y la desatención permanente en que se mantenía a la tropa; razón por la cual la tentación del botín que con frecuencia lograban los Pincheira y el pillaje en general, eran una manera de asegurar su mantención.
No hay registros que señalen que los Pincheira hayan actuado defendiendo los intereses españoles y menos pretendido el restablecimiento de la monarquía en esta parte de América. Tampoco tenemos registros que indiquen que de parte de alguna autoridad española se entregaran recursos, hombres, armas o dinero para colaborar con los bandoleros. No lo hicieron los últimos virreyes del Perú, Joaquín de Pezuela (1816-1821) ni José de la Serna (1821- 1824). Tampoco recibieron algún tipo de colaboración de parte del último Gobernador de Chiloé, brigadier Antonio de Quintanilla (1817-1826).
Distinto es el caso de las montoneras organizadas y dirigidas por Vicente Benavides. Este personaje sí se dedicó a perturbar y combatir a la naciente República. Sus acciones siempre estuvieron encaminadas a destruir la obra emancipadora con el propósito de reconquistar los dominios americanos para España. En sus memorias, el brigadier Antonio de Quintanilla da cuenta de la colaboración que hizo al virreinato con un batallón de caballería y un bergantín dotado de un cañón giratorio. También entrega información respecto de la relación que mantenía con Benavides y de cómo colaboró con éste para que siguiera en su empeño de reconquista de Chile. En parte de sus memorias dice:
“Del mismo modo, otro bergantín remití al comandante de las fuerzas que habían quedado defendiendo la frontera de Chile en Arauco, Coronel Benavides, oficiales, entre ellos a los hoy generales Senosiaín e Ibarra, que entonces eran subalternos, y cañones de que carecía, así como municiones y cuanto yo tenía como poder dar para mantener la guerra por aquella parte.”

Es más, los Pincheira nunca se consideraron enemigos políticos de Chile. Esta afirmación se ve respaldada con lo establecido en el Art. 5° del tratado que José Antonio Pincheira firmó con el gobierno de Mendoza, el 15 de julio de 1829, donde se estableció que:

“Siempre que la provincia de Mendoza haya de hacer la guerra ofensiva a la República de Chile, no se obliga a la fuerza de dicho general (Pincheira) sino en el caso de la defensiva.”

Estos dos ejemplos concretos confirman la tesis que señala que los hermanos Pincheira eran unos meros bandoleros cuyo objetivo no era otro que el sustento para ellos y sus hombres. Sin embargo, no antecedentes que nos hablen de su intereses por defender los intereses de la monarquía.-


Ceremonia conmemorativa de la captura de la banda de los hermanos Pincheira.

El autor dirigiendose a los asistentes al acto conmemorativo.


Sito histórico donde se libró la batalla de Epulafquén el 14 de enero de 1832, y que significó la captura de los Hermanos Pincheira y la destrucción de su banda.

miércoles, 22 de febrero de 2012

CHILOÉ, VACACIONES, LIBROS Y AUTORES

Sin duda las vacaciones son un sinónimo de descanso de una intensa actividad laboral desarrollada durante un largo período, que puede ser de diez meses o casi un año completo. Cualquiera sea nuestra actividad laboral, una buena forma de disfrutar a concho estos días de asueto es acompañándose de un buen libro. Mejor aún si es posible compartir con los autores y conocer como se gestaron estas creaciones.
Esta es la experiencia vivida durante mis últimas vacaciones y que dejo aquí plasmada para compartir con ustedes y difundir la obra de los buenos amigos que me acogieron durante mi periplo por el archipiélago de Chiloé.







“Los Dichos y decires de Chiloé”


Creación de Esteban Barruel (seudónimo de Roberto Barría Vargas), profesor, historiador y escritor originario de Calbuco. Se trata de un libro que en 210 páginas recoge 960 expresiones tradicionales propias de la zona de los canales. Si bien algunas de esas expresiones ya están en desuso, la gran mayoría están aun vigentes y muchas se han expandido hacia otras regiones del país.
El rescate de estas expresiones nos permite conocer el rico contenido del lenguaje chilote cotidiano, expresión auténtica de la identidad, de la picardía y del espíritu siempre positivo de los chilotes para sobreponerse a las inclemencias ambientales, tanto en las centros urbanos como en las más alejadas islas de archipiélago.
He aquí algunas de esas expresiones:
Comechivo salió el diablo: Vocablo que se usa para señalar a individuos infieles a su pareja.
Asienta la olla chica: Se refiere a la acción de preparar la comida. La idea completa es “Asienta la olla chica, ya va ser tarde y ni una papa pelá”.
¡Cierra tu taca! : Se usa para hacer callar especialmente a los niños que se meten en conversaciones de personas mayores.
Está como pan que no se vende : Significa que una persona nos es tomado en cuenta por nadie.







“Los Chonos, primeros avistamientos de Chiloé y contacto cultural”


Importante estudio antropológico e histórico (167 páginas) desarrollado por el profesor Miguel Oyarzún Cárdenas.
El mayor mérito de este trabajo radica en que es un esfuerzo realizado desde el mismo escenario cultural, por un curacano ( hijo de Curaco de Vélez) que centró todas sus energías y recursos para reconstruir el pasado remoto de del archipiélago, especialmente desde la perspectiva humana, de un pueblo específico y que no ha sido tratado en profundidad: los Chonos. Miguel Oyarzún expone en un lenguaje muy didáctico el cómo habría sido el poblamiento originario de las islas. En base a numerosos estudios en terreno ha podido reunir importante material que le ha facilitado la reconstrucción de parte de la historia de la Isla.
Este trabajo nos hace una aproximación a los rasgos físicos de los chonos, a sus prácticas culturales como vestuario, alimentación, vivienda, formas de organización, religiosidad, influencia del mestizaje con otros pueblos aborígenes, etc.
El proceso evolutivo natural de los chonos se vio abruptamente interrumpido con la llegada del conquistador español. Hombres que con la espada y la biblia echaron por tierra miles de años de evolución, al igual como lo hicieron por todos los rincones del continente americano. La acción evangelizadora de los jesuitas también es rescatada por Oyarzún para adentrarnos un poco en el proceso de yuxtaposición cultural donde, naturalmente, dominó la del grupo mejor armado.
Concluye la obra de Miguel Oyarzún con una interesante recopilación de mitos y leyendas de Chiloé.





Profesor y folclorista Ramón Yáñez

“Almas marineras en los archipiélagos”

Interesante, ameno y romántico conjunto de relatos de carácter histórico sobre los grandes protagonistas de la historia de Chiloé: embarcaciones y tripulación. La conjugación de estos elementos permitió que durante mucho tiempo se mantuviera la conectividad con el continente y con el resto del país.
El profesor y folclorista Ramón Yáñez nos deleita pero a la vez nos invita a reflexionar sobre el esfuerzo y sufrimiento de aquellos pioneros de la comunicación y del transporte. Es una apasionante historia de vapores, goletas y barcos que surcaban los mares y los canales chilotes, llevando hasta todos los rincones los abastecimientos necesarios para sobrevivir en condiciones muy adversa. Todo está centrado principalmente en la primera mitad del siglo recién pasado. Son historias no exentas de tragedias: incendios y naufragios, que atentaban contra el progreso y desarrollo de Chiloé.
En 84 páginas, profusamente ilustradas con hermosas fotografías en blanco y negro, el profesor Yáñez nos delita y nos enseña parte importante de la historia de Chiloé. Relatos que deben convertirse en desafíos para las nuevas generaciones de chilotes, quienes contando con mayores tecnologías en los transportes y las comunicaciones deben convertirse en actores principales del desarrollo de sus comunidades.










“Chiloé en el corazón, cada pueblo una canción”

Edmundo Bórquez Macías, chilote, oriundo de Melinka, allá en las Guaitecas, hace muchos años, cerca de 50, abandonó su Chiloé natal para encumbrarse en las altas esferas académicas. Pero, como ocurre con todos los hombres (digo hombres y mujeres) dotados de sensibilidad, -valor muy escaso por estos días- nunca ha podido cortar el cordón umbilical que lo une a su encantadora tierra chilota, él así lo relata: “cada vez que me ha correspondido regresar……. Al dirigir mi mirada hacia la costa de la isla grande, bella y mágica, siento algo imposible de describir con palabras.”

Son aquellos sentimientos, que como un torbellino se agolpan en cada célula de Edmundo Bórquez cuando cruza el canal de Chacao, los que nos han permitido disfrutar de sus bellas creaciones literarias, una auténtica poesía geográfica. No solo nos entrega la armonía del verso bien estructurado, sino que complementa su obra con elementos de la naturaleza que nos permiten ir recreando el ambiente físico y sus elementos culturales; tampoco escapa de su verso el elemento histórico. Veamos. En “Belleza pura” dedicado a Ancud, podemos leer:

“La rica ostra de Ancud
Es producto de su mar,
Si se consume un almud
Deleite para el paladar.”

Luego, en el poema “Pueblo encantado”, inspirado en Curaco de Vélez, escribió:

“Curaco, tierra de encanto,
de majas, mingas y trillas,
da gusto escuchar su canto
como flor de maravilla.
……………………………………..
Changüitad, lugar cercano,
Vio nacer a Galvarino,
héroe chilote en Angamos,
gran honor para un marino.”

Para un afuerino como yo, pero asiduo visitante de la Isla, ha sido un gran hallazgo conocer esta obra literaria, histórica, geográfica y cultural, gracias a la generosidad del profesor Ramón Yáñez.










“Chiloé historia de viajeros”

Gigantesca obra (580 páginas, tamaño carta) realizada por el profesor Felipe Montiel Vera, castreño de nacimiento y que constituye un homenaje a aquellos audaces chilotes que alguna vez abandonaron su terruño para ir en busca de mejores rumbos en otras latitudes. Me tomaré la libertad de reproducir la dedicatoria que escribiera el autor y que refleja con gran claridad el sentido de su trabajo, el que duró cuatro largos años y del cual tuve la dicha de ser testigo.

“A los trabajadores chilotes que con esfuerzo y sacrificio hicieron surgir la Patagonia y dejaron una huella imborrable en las salitreras del norte. Especialmente a los fallecidos en la huelga de peones rurales de 1921, en la provincia argentina de Santa Cruz, para que sus gritos por trabajo digno, salario justo y libertad permanezcan por siempre en la memoria colectiva de nuestro pueblo.”

Montiel reúne en su obra 59 entrevistas a hombres que viajaron en distintas direcciones para ir a “pelar el ajo”. Un detalle importante es que la mujer no se aventuraba en estas lides. Ellas, madres o esposas, esperaban pacientemente el regreso del hombre o el envío de alguna remesa para el sustento familiar. Muchos regresaron, pero también fue una cantidad importante la de hombres que se quedaron allá lejos o que murieron por las más diversas razones.
“Chiloé historia de viajeros”, no es otra cosa que el reflejo de la lucha del pueblo por la sobrevivencia, situación común en las masas populares de todo nuestro país en una época en las diferencias sociales y las injusticias era mucho más marcadas que ahora. A través de la obra de Montiel descubrimos un fenómeno sociológico no estudiado por la historiografía. Será que no es conveniente? También se ve reflejado el problema demográfico de Chiloé, donde una gran masa de población masculina emigra haciendo disminuir la mano de obra y dejando en casi completa indefensión a sus mujeres, las que deberán encargarse de todas las labores de la casa, los hijos y el campo.
Los relatos y las fotografías son muy elocuentes para mostrarnos las condiciones de vida y de trabajo de aquellos emigrantes.
Felicito el esfuerzo y coraje de Felipe Montiel, toda vez que en la historiografía oficial a estos temas no se les da importancia y si algo se dice, se hace sutilmente.


Felipe Montiel Vera