miércoles, 16 de febrero de 2011

LOS ANDES CUENTAN SU HISTORIA

La historia que no se enseña


"Por su ignorancia del cristianismo, de la escritura, del dinero, del hierro, de la rueda, de la polvora, de la monogamia, de muchas plantas y animales, los indios aparecieron como bárbaros ante los españoles.

Por su destrucción de andenes, caminos, terrazas, templos, ciudades, graneros y tributos, por su rapiña y crueldad,por su lascivia y hasta por la superioridad guerrera, los españoles aparecieron como bárbaros ante los indios". (Jorge Basadre)


¡Tierra... Tierra...¡
Sin duda este fue el grito anhelado durante mucho tiempo y que sirvió para devolver el alma al cuerpo a ese puñado de aventureros desharrapados que un día 3 de agosto de 1492, zarparon desde el puerto de Palos, allá en la vieja y decadente España, hacia la inmensidad del Mar del Norte con lamente fija en el hallazgo de fabulosos tesoros.
Para nadie es desconocido que aquel grito significó para los pueblos "descubiertos" el comienzo del fin. Inmediatamente después del primer desembarco vendrían las más despiadadas y espantosas orgías de sangre y destrucción. De un sólo golpe se arrazó con la identidad de pueblos milenarios que se habían desarrollado de acuerdo a patrones culturales muy particulares y propios de cada comunidad.

"Los carniceros desolaron las islas
Guanahaní fue la primera
de esta historia de martirios.
Los hijos de la arcilla vieron rota
su sonrisa, golpeada
su frágil estatura de venados,
y aún en la muerte no entendían.
Fueron amarrados y heridos,
fueron quemados y abrasados,
fueron mordidos y enterrados.
Y cuando el tiempo dio su vuelta de vals
bailando en las palmeras,
el salón verde estaba vacío.
Sólo quedaban huesos
rígidamente colocados
en forma de cruz, para mayor
gloria de Dios y de los hombres".
(P. Neruda, Canto General)

Aquel 12 de octubre de 1492, fue para Cristóbal Colón el día más sublime de su vida. Por fin veía materializado un sueño largamente acariciado y por el cual debió sufrir innumerables desdichas. Pero, todo lo pasado ya no tenía imporancia, pues las Capitulaciones de Santa Fe le otoraban poderes y títulos jamás imaginados: almirante en todas las islas y tierras firme que se descubrieran, virrey y gobernador general de "todas las dichas islas e tierras firmes que como dicho es él dscubriere o ganare en las dichas mares", obtenía para sí la décima parte de todo lo que en aquellas tierras encontrare, llámese oro, perlas, piedras preciosas, plata, especiería y otras mercaderías de cualquier especie que se encontraren dentro del dicho almirantazgo. Finalmente, se le nombraba juez absoluto de todo pleito que surgiera en las nuevas tierras.
Luego de bajar a tierra en la isla de Guanahaní los aparecidos tomaron posesión de aquellos parajes en nombre de los reyes de España y para dar gracias a la Divina Providencia por haberles favorecido con tan grande distinción procedieron a realizar el primer tedéum en tierras americanas, ceremonial de profundo carácter espiritual que sirvió de preludio a sangrientas tragedias, persecusiones y carnicerías. En otras palabras, aquel tedéum fue el preludio de la negación de América.
Después de permanecer dos días en aquella isla en que la tripulación de las carabelas se dio al descanso y a reponer las energías gastadas durante la travesía, el almirante decide embarcar y poner proa al suroeste, donde, degún las indicaciones de los indigenas había otra tierra muy rica en oro. Al llegar a esa nueva isla Colón escribió: "vinieron a la playa muchos hombres, todos mancebos y todos de buena estatura, gente muy hermosa"... "yo estaba atento y trataba de saber si había oro, y vi que algunos dellos trían un pedazo colgado en un agujero que tienen en la nariz; por señas pude entender que yendo al sur o volviendo la isla por el sur, que estaba allí un rey que tenía grandes vasos dello y muy mucho oro". Sigue el relato dando a conocer cómo se apoderó de algunos indígenas para que le condujeran donde su rey solicitar de éste la entrega del ansiado tesoro.

"Y luego fue la sangre y la ceniza.
Después quedaron las palmas solas.
Cuba, mi amor, te amarraron al potro,
te cortaron la cara,
te apartaron las piernas de oro pálido,
te rompieron el sexo de granada,
te atravezaron con cuchillos,
te dividieron, te quemaron.
...........................
Cuba, mi amor, qué escalofrío
te sacudió de espuma a espuma,
hasta que te hiciste pureza,
soledad, silencio, espesura,
y los huesitos de tus hijos
se disputaron los cangrejos".
(P. Neruda, Canto General)



Esta misma escena se va repitiendo en cada isla que topa el almirante.Primero fue Guanahaní (San Salvador), después Santa María de la Concepción, una tercera llamada Fernandina; una cuarta, Isabela. Todo según el orden de categoría: primero, el redentor y la Madre de Dios, y luego los reyes de la tiera.
Después vino el regreso, los honores y la euforia de aquellos que no se atrevieron a participar del primer viaje. Vamos el recibimiento brindado a Cristóbal Colón:
"Maravillosa pompala que desplegó Colón en su viaje a lacorte. Vista con los ojos de los siglos siguientes, era un desfile de feria, una cabalgata de títeres, una exhibición de circo. Como viajar en coche no era posible, debido al pésimo estado de los caminos, se procuró Colón cierto número de caballos y mulas.Marineros armados rompían la marcha, abriendo paso a través de la apiñada muchedumbre; seguíanles grupos de teatralismo calculado, los indios coronados de plumas de pájaros, ataviados con cinturones de colores y con delantales de tejidos chillones; sus narices y orejas estaban adornadas con pendientes de oro, y se habían puesto sus brazaletes y collares. Algunos llevaba lanzas y remos tallados a estilo de su patria; en los hombros de otros descansaban papagallos amarillos, verdes, rojos, cuyos gritos atronadores ensordecían y dominaban las aclamaciones y el vocerío de la muchedumbre.Todas las plantas raras, las conchas, animales disecados, especias y piedras relumbrantes que se habían traído de ultramar, expuestas en gigantescos cestos, precedían fanfarronamente al almirante, que cabalgaba acompañado de sus hijos Diego y Hernando. Catorce mulas cargadas con cerrados cofres, en los que se suponía iban guardados los tesoros del Nuevo Mundo, cerraban el convoy custodiadas por segura escolta. Apenas anunciaron los propios que Colón se acercaba a la ciudad cabalgaron a su encuentro numerosos caballeros y los más distinguidos comerciantes, a su cabeza el mayordomo real,para conducirle a presencia de los soberanos. En todas las torres volteaan las campanas, en todos los balcones colgaban alfombras, en todas las ventanas ondeaban estandartes y pañuelos, música y gritos de gozo atronaban las calles: el sueño realizado.Pero, esto no es lo culminante. Porque lo monstruoso ocurrió después.
"Cuando Colón se acercó al trono, el rey y la reina se pusieron de pie y no permitieron que (el almirante) doblase la rodilla para besarles las manos. Esto significaba que ya no era un mero vasallo, que se le reconocía y saludaba como virrey de las Indias. Le señalaron un sillón y le rogaron tomase asiento. Distinción y favor que hicieron sobrecogerse de dicha su corazón. Tomó pués, asiento en su sillón y contempló desde allí con ojos dilatados, fascinados, la sala del trono. Ve príncipes, duques, arzobispos, caballeros y barones, damas ataviadas; todas lasmiradas estan clavadas en él con ardiente curiosidad; todos presienten que van a escuchar algo que conmoverá hasta los cimientos de su mundo interior..."

Un verdadro frenesí se apoderó de los españoles, después de las fabulosas historias relatadas por el almirante, apenas podía safarse de los cientos de voluntarios que se ofrecían para acompañarle en nuevas aventuras. Los elegidos para el nuevo viaje sufrían con la fiebre de la espera, desde el capitán hasta el último de los grumetes veíanse ya regresar a la patria cargados de oro; el oro era su único pensamiento. En una de sus cartas Colónndice a la reina: "El oro es excelentísimo, del oro se hace tesoro, y con él,quien lo tiene,hace cuanto quiere en el mundo..." La fiebre del oro que se apoderó de Europa tuvo rasgos de peste espiritual que el siglo moribundo traspasó íntegra a la nueva centuria.
El segundo viaje de Colón era un conglomerado de barcos y hombres mal disciplinados; en esta expedición participaron mineros, carpinteros,labradores, albañiles, cerrajeros, sastres zapateros, tejedores y entre esta "elite" venían veinte lanceros de Granada que en corto tiempo se convirtieron en el terror de los indígenas. Y también venía un tropel de nobles entre los cuales destacaba Alonso de Ojeda, un joven caballero de aventajadas prendas y de alma audaz, a quien sus proezas convirtieron en ídolo de aquella mocedad entusiasta.
Otro de los nobles era Diego de Nicuesa, quien junto a Ojeda son dignos de ser recordados por lo singular de sus acciones. Veamos. Cuando el rey Fernando les donó la tierra firme de Darién, con orden de repartirse el gobierno, hicieron leer a los indígenas una proclama, que había sido redactada por los más famosos teólogos y juristas españoles y que a partir de entonces sirvió de fórmula jurídica legal en cada toma de posesión. Lo singular y por qué no decirlo, lo absurdo de esta trama, es que se dirigía a hombres que no entendían la lengua en que era pregonada y se consideraba una pérdida de tiempo el traducirsela a su propio idioma, de lo que se infiere que este acto de violencia era intecionado y lo que aparentemente parece una fómula jurídica no pasa de ser la más descarada burla.
Aquel documento (Requerimiento de Palacios Rubios)empieza hablando de la creación de Adán y Eva, de las sucesivas generaciones que en cinco mil años habían formado diversos reinos y provincias. Que Dios como creador omnipotente ha puesto a San Pedro como señor y caudillo de la raza humana y que lleva el nombre de Papa, que significa gran padre y maestro, uno de cuyos descendientes, como señor del mundo, donó las islas y tieras firmes del mar Océano a los reyes católicos de Castilla. Y más adelante el referido documento señala:
"Asi que su Magestad es rey y señor destas islas por virtud de dicha donación.Por ende como mejor puedo os ruego y requiero que entendáis bien esto que os he dicho y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo y reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo y al sumo pontífice llamado Papa en su nombre y a su Majestad en su lugar como rey y consintáis que estos padres religiosos os prediquen lo susodicho. Y si así lo hiciereis haréis bien y aquello que sois tenidos y obligados,y su Magested y yo en su nombre os recibirá con todo amor y caridad y os dejará vuestras mujeres e hijos libres, sin servidumbre. Si no lo hiciereis y en elo dilación maliciosamente pusiereis, certificoos que con el ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosostros y os haré guerra por todas las partes y maneras que pudiere y os sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de su Magestad y tomaré vuestras mujeres e hijo y los haré esclavos y como tales los venderé. Y tomaré vuestros bienes y os haré todos los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor.Y protesto que las muertes y daños que dello se recrecieren, sea a vuestra culpa y no de su Majestad ni destos caballeros que conmigo vinieron. Y como os lo digo y requiero, pido al presente escribano que me lo de por testimonio signado".



Dificilmente podremos encontrar en los anales de la historia universal otro documento que en tan pocas palabras reuna tantas y tan descaradas amenazas. Hallarle un paralelo sería tarea muy difícil. El historiador Jacob Wasserman, en su libro "Cristóbal Colón, el quijote del océano", señala que: "ninguna religión,ningún sistema político,al enfrentarse con creencias extrañas, mostró tanta arrogancia, tan férrea intolerancia como el catolicismo español".
Más tarde vendrían todas las atrocidades cometidas por Corteses, Guzmanes, Bobadillas, Pizarros, Quezadas y tantos otros tristemente célebres conquistadores.
Para los representantres y defensores del catlicismo español los indígenas americanos eran seres deslmados, bestiascon voz humana, sobre las cuales los cristianos podían actuar libemente. Veamos sólo algunos ejemplos de esta barbarie.El principal cronista del rey Carlos V, fray Juan Gineés de Sepúlveda en su Tratado sobre las Justas Causas de la guerra contra los Indios, escrito en 1547, señala entre otras apreciaciones lo siguiente:
"Con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo, los cuales en prudencia, ingenio y todo género de virtudes y humanos sentimientos son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones, como gentes crueles e inhumanas a muy mansas, finalmente, estoy por decir cuanto los monos a los hombres"... "Como los puercos, siempre tienen su vista dirigida a la tierra, como si nunca hubiesen miado al cielo. Esos hombrecillos en los que apenas encontrarás vestigios de humanidad;que no sólo no poseen ciencia algna, sino que ni siquiera conocen o usan las letras ni conservan ningún monumento de su historia sino ciertaobscura y vaga reminicencia de algunos hechos consignados en cierta pinturas, y tampoco tienen leyes escritas, sino instituciones y costumbres bárbaras". Más adelante el cronista se pregunta: "¿No es todo eso prueba de que ellos son sirvospor naturaleza... barbarie e innata servidumbre?"

Finalmento cito este otro pasaje: " Así pués, ¿cómo hemos de dudar que estas gentes tan incultas, tan bárbaras, contaminadas con tan nefandos sacrificios e impías religiones, han sido conquistadas, con el mejor derecho y mayor beneficio para los propios bárbaros, por Rey tan excelente, piadoso y justísimo como lo fue Fernando (el Católico) y lo es ahora el César Carlos, y por una nación piadosa e humanísima y excelente en todo género de virtudes"..." Estan obligados estos bárbaros a recibir el imperio de los españoles conforme a la ley de la naturaleza... y si rehusan nuestro imperio, podrán ser compelidos por las armas a aceptarle...".


También fueron famosas las acciones del sacerdote franciscano Diego de Landa. Este cura se hizo famoso por los Auto de fe o castigos públicos que aplicó a los indígenas, por ejemplo, el 12 de julio de 1562 en la localidad de Maní, en México, Diego de Landa enjuició a 30 dirigentes indígenas a los que acusó de adorar ídolos. Acto seguido, los acusados fueron torturados y ahorcados. A este mismo sacerdote se debe la destrucción de los valiosos libros de la historia de los maya, delito confeado por él mismo en su obra "Relación de las cosas de Yucatán". Allí cuenta: "Hallámosle gran número de estos libros, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio se los quemamos todos, lo cual a maravilla sentían y les daba pena".
De igual modo, siguiendo con el proceso de negación de América, el defensor de los indios, como se le ha llamado al padre Bartolomé de las Casas, fue sistemáticamente censurado. Su obra "Brevísima relación de la destrucción de las Indias" es la primera protesta a la violación de los derechos humanos en tierras americanas. El padre Las Casas recore, uno por uno todos los territorios que los conquistadores van incorporando a la corona y llega a una sola conclusión, bastante desoladora: en vez de sembrar la fe en las islas y en la Tierra Firme, los españoles no han hecho otra cosa que devastar esas regiones.
Cuenta el padre Las Casas: "Entraban en los pueblos, ni dejaban niños, ni viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban y hacían pedazos. Hacían apuestas sobre quien de una cuchillada habría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete, o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en ríos por las espadas, riendo y burlando; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente. Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce Apóstoles, poniéndole leña y fuego los quemaban vivos. A otros ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca,pegándole fuego, así los quemaban"
Por su parte,Hernán Cortes, el conquistador del imperio de Quetzalcoatl, cuenta estas hazañas en su "Relación de la Conquista de México", también dedicada al rey Carlos V: "Y antes que amaneciese di sobre dos pueblos, en que maté mucha gente. E no quise quemar las casas por no ser sentido, con los fuegos, de las otras poblaciones, que estaban muy juntas.Y ya que amanecía di en otro pueblo tan grande, e como los tomé de sobresalto, salían desarmados, y las mujeres y niños desnudos por las calles, e comencé a hacerles algún daño. E viendo que no tenían resistencia, vinieron a mi ciertos principales señores de dicho pueblo a rogarme que no les hiciera más mal, porque ellos querían ser vasallos de vuestra alteza y mis amigos, y que bien veían que ellos tenían la culpa en no me haber querido creer..."
Como la destrucción fue sistemática a lo largo y ancho de todo el territorio americano, rápidamente fueron desapareciendo, primero los hombres y luego sus obras. Lo que no pudieron llevar a la península quedo esparcido en la tierra mancillada. Hoy si queremos conocer lo que fue el panorama americano anterior a la llegada del conquistador europeo, debemos remitirnos, dice Germán Arciniegas,en "América tierra firme", a los cacharros de tierra cocida que la codicia de los españles dejó abandonados en los cementerios indígenas. Allí en los calabazos y en los cacharros de greda está la historia de nuestros pueblos.

"En Panamá se unieron los demonios.
Allí fue el pacto de los hurones.
Una bujía apenas alumbraba
cuando los tres llegaron uno a uno.
Primero llegó Almagro antiguo y tuerto,
Pizarro, el mayoral porcino
y el fraile Luque, canónigo entendido
en tinieblas. Cada uno
escondía el puñal para la espalda
del asociado, cada uno
con mugrienta mirada en las oscuras
paredes adivinaba sangre,
y el oro del lejano imperio los atraía
como la luna a las piedras malditas.
Cuando pactaron, Luque levantó
la hostia en la eucaristía,
los tres ladrones amasaron
la oblea con torva sonrisa.
'Dios ha sido dividido, hermanos,
entre nosotros', sostuvo el canónigo,
y los carniceros de dientes
morados dijeron 'Amén'.
Golpearon la mesa escupiendo.
Como no sabían de letras
llenaron de cruces la mesa,
el papel, los bancos, los muros.
El Perú oscuro, sumergido,
estaba señalado y las cruces,
pequeñas, negras, negras cruces,
al Sur salieron navegando:
cruces para las agonías,
cruces peludas y filudas,
cruces con gancho de reptil,
cruces salpicadas de pústulas,
cruces como piernas de araña,
sombrías cruces cazadoras".
(P. Neruda, Canto General)

Finalmente, que no se diga que no hay por qué remover las viejas historias. No. Nada fue,todo es, todo sigue siendo, y nuestra América sigue siendo víctima de la fuerza avasalladora de las potencias. Es urgente conocerla historiapara poder conquistar la libetad del continente.

1 comentario:

  1. Me alegra muchisimo poder leer y conteplar lo que has escrito y puesto en el blog. Saber de las realidades crudas de nuestras tierras desde todos los tiempos... si no fuera oro podrá ser otra cosa y las codicias no terminan y el precio de pago tampoco...

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