PROLOGO
“La historia engrandece a una nación como también a sus individuos, ella pondera los más altos hechos y el valor de sus guerreros y conduce sus nombres a la posteridad”, con estas palabras enviadas en carta por el egregio prócer chillanejo, Bernardo O’Higgins en 1824 al abogado Gaspar Marín desde su exilio en Lima, da a conoce su visión sobre la trascendencia de la historia. Explica el papel desempeñado por esta disciplina inspirada por Clío que da a conocer tras la rigurosa investigación exaltando o condenando las acciones de los protagonistas de los hechos trascendentales, de acuerdo a sus logros o desaciertos, proyectándolos a la memoria nacional
Sin duda que, en los últimos tiempos, una nueva corriente historiográfica abandona los conservadores trabajos que destacaban a los personajes instalándolos en un pedestal como personajes prominentes exaltando sólo sus méritos o aciertos. Hoy, muchos investigadores se dedican a dar a conocer todas las facetas de los personajes, mostrando sus logros y las debilidades, bajándolos del pedestal inalcanzable. Esto es lo que hace el profesor Adolfo Márquez Esparza al publicar este libro que da a conocer justamente los diversos aspectos de la vida de Bernardo O’Higgins en forma muy sencilla con un vocabulario al alcance de cualquier persona y como él lo especifica, en especial, va dirigido a los estudiantes de esta región y de este país, para quienes su figura debe ser conocida y preservada empleando además un acento anecdótico, por lo tanto como profesor, utiliza recursos didácticos que incluyen una extensa cronología al final de la obra y una antología poética que da realce lírica a la figura del prócer chillanejo.
Esta es una obra realizada por un chillanvejano quien ha destinado su tiempo a concretar esta obra destinada a divulgar la imagen y obra del prócer que, merece estar siempre presente en la memoria colectiva como hijos agradecidos de su obra republicana trascendental en pro de esta nación del extremo sur de América. Márquez, con esta obra se agrega a una extensa nómina de autores e historiadores que han sajado la pluma para divulgar las diversas facetas del egregio personaje haciéndolo figurar una vez más en los anaqueles de muchas bibliotecas que invitan a la lectura y que son el resultado del trabajo intelectual de quienes admiran su obra.
O’Higgins, podemos apreciarlo en numerosas facetas, como el niño y adolescente que, creció con padres ausentes, lejos de su hogar, a aquel hijo lejano del gobernador de Chile de origen irlandés, quien, entre la penumbra de la distancia y del tiempo, nunca dejó de interesarse en la forja cultural. Preparándolo con las herramientas propicias para el futuro, como presagiando que aquel vástago de Chillán tenía su destino trazado para ser protagonista connotado en la historia de este país.
Demostración de aquello, este infante de cuatro años cabalgó junto al oficial Tirapegui y a otros soldados para conducirlo a la ciudad de Talca, donde fue recibido por el amigo de su padre, don Juan Albano Pereira, quien , además gestionó el bautismo del pequeño cuya pila se encuentra en el museo de Huilquilemu, cercano a aquella ciudad del Maule; el estudiante en el Colegio de Naturales de Chillán , que compartiera sus primeros acercamientos a la instrucción formal con sus compañeros procedentes de las tierras araucanas, siendo discípulo de
El autor agrega cartas escritas a su padre, aunque, de éstas nunca obtuvo respuesta; presenta al discípulo y consecuente amigo de otro grande de la emancipación americana, el venezolano Francisco de Miranda, emulando la ingerencia de Simón Rodríguez en Simón Bolívar; al caballero que tocaba el piano y tomaba los pinceles, que hablaba muy bien la lengua inglesa, además del mapudungun de la gente de la tierra chilena, con cuyos hijos compartió las aulas y que aprendió a corta edad. Tenemos al agricultor, propietario por herencia de su padre, de la tierra en la hacienda Las Canteras, al hijo y hermano afectuoso; al político como diputado y alcalde y más tarde en la mayor magistratura en calidad de Director Supremo; al “recluta” que recurrió humildemente a su amigo Juan Mackenna para que lo incorporara en la carrera de las armas para combatir contra los realistas que pretendían destruir los ideales libertarios; tenemos al oficial que, montado en su brioso caballo conducía a sus tropas al campo de batalla, con triunfos en El Quilo, El Roble y Chacabuco y en las desastrosas Rancagua y Cancha Rayada.
Márquez destaca la obra republicana de O’Higgins, continuando con las obras iniciadas por otro prohombre de
En esta obra, el lector apreciará las circunstancias en que O’Higgins hizo abandono del sillón gubernamental y se radicó en Perú, cuyo gobierno agradecido por su decisivo aporte a su emancipación, agradecido le obsequió la hacienda Montalbán, donde el chillanejo acogió a los vencedores de Yungay, se dedicó al comercio junto a su familia que incluía a su único hijo, Pedro Demetrio, a su madre y hermana, además de dos niñas originarias de Chile.
Allá se acerca el ocaso de su vida que culmina en 1842, dejando un valioso legado institucional hasta nuestros días.
Marcial Pedrero Leal
Presidente Corporación Histórica-Cultural
Bernardo O’Higgins de Chillán Viejo