La madrugada del pasado 27 de febrero la naturaleza se manifestó con toda su implacable fuerza, haciéndonos recordar nuestra vulnerabilidad. Muchos pueblos y ciudades fueron literalmente borrados del mapa. El terremoto y posterior maremoto se encargaron de echar por el suelo y hacer desaparacer toda la obra humana, sembrando destrucción y deslación.
Parral, la cuna de nuestro gran Pablo Neruda, no fue la excepción y más del 60% de sus construcciones tradicionales desaparecieron para siempre. En este espacio perpetuaré algunas imagenes de ese Parral que fue, de ese Parral con olor a huerta y con corredores que invitaban a compartir la grata amistad,y por qué no decirlo, también nos invitaban a compartir el vino nacido de la generosa tierra de la Villa Reina Luisa del Parral.
Nuestro querido Pablo,tuvo palabras para retratar en versos un terremoto anterior y que con su fuerza removió los simientos de la ciudad. He aquí un fragmento del poema Nacimiento:
Parral se llama el sitio
del que nació
en invierno.
Ya no existen
la casa ni la calle:
soltó la cordillera
sus caballos,
se acumuló
el profundo
poderío,
brincaron las montañas
y cayó el pueblo
envuelto
en terremoto.
Y así muros de adobe,
retratos en los muros,
muebles desvencijados
en las salas oscuras,
silencio entrecortado por las moscas,
todo volvió
a ser polvo:
sólo algunos guardamos
forma y sangre,
sólo algunos, y el vino.
Siguió el vino viviendo
subiendo hasta las uvas
desgranadas
por el otoño
errante,
bajó a lagares sordos,
a barricas
que se tiñeron con su suave sangre,
y allí bajo el espanto
de la tierra terrible
siguió desnudo y vivo.
Imágenes del Parral que se fue de madrugada...
miércoles, 12 de mayo de 2010
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