sábado, 27 de marzo de 2010

EL CHINCHINERO Y EL ORGANILLERO




Nuestros corazones se inundan de alegría y fantasía cuando la quietud del silencio se rompe de improviso por la música alegre y bulliciosa del chinchinero y del organillero, quienes como perfecta amalgama y desde tiempos muy remotos van llenando de colorido, alegría y música las calles y barrios de la ciudad.

El Mercado, la Plaza de Armas y las poblaciones son visitados frecuentemente por estos personajes que hacen la delicia de grandes y chicos.
El chinchinero es uno de los tantos personajes populares de nuestro país. Se le ve recorriendo las calles de nuestras ciudades cargando en su espalda un bombo, fabricado en forma artesanal, que golpea rítmicamente con unas varillas muy parecidas a las baquetas de las baterías y del cual es capaz de arrancar cualquier ritmo o melodía. Este bombo lleva adosado sobre él dos platillos, generalmente de bronce, que suenan gracias a la acción de una cuerda atada al talón del zapato del chinchinero. Es a partir de estos elementos que se genera una música de orquesta con la cual el chinchinero baila acrobáticamente, saltando y girando en distintas velocidades sobre una improvisada pista.
Esta es, tal vez, la escena más cautivante para los niños, jóvenes y para aquellos no tan jóvenes que aún vibramos y nos maravillamos con las piruetas y ágiles danzas de estos alegres personajes.





El chinchinero trabaja generalmente con un organillero, quien porta un instrumento también de confección artesanal. El organillo es un instrumento compuesto por un cilindro con púas, encerrado en un cajoncito y que se hace funcionar con una manivela. El cajoncito portátil se pinta y adorna con mucho colorido y sobre él, generalmente se pasea un lorito. Según la época del año, estos personajes llevan consigo remolinos, banderitas chilenas y globos para la venta y delicia de los niños
Quien da la pauta de la música a tocar es el organillero. Esta puede ser fox trot, vals, tango o cueca. El chinchinero toca y baila según el ritmo marcado por el organillero
Terminado el espectáculo, un niño, generalmente hijo del chinchinero ó del organillero, pasa con un sombrero pidiendo colaboraciones a los espectadores.

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